GATOS EN EL ARTE

Del renacimiento al neo clasismo

 

PROGRAMA

LICENCIATURA EN ARTES PLÁSTICAS 

 

CURSO:

HISTORIA DEL ARTE DEL RANACIMIENTO AL SIGLO XIX

 

INTEGRANTES:

NATALIA CASTELLANOS RODRÍGUEZ

 

DOCENTE:

SERGIO PEDRAZA

 

 

 

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

RIONEGRO

2014

 

 

BREVE HISTORIA DEL GATOS EN EL ARTE

 

“Cada gatito es una obra maestra en sí mismo” Leonardo Da Vinci

 

El gato, al igual que todos los felinos, son criaturas hermosas y enigmáticas cuya identidad he merecido estudios, poesía, pintura, escultura y otras manifestaciones artísticas. Por su naturaleza, rara vez el gato se erige protagonista; a menudo, para darse cuenta de su presencia, se requiere observar con calma, aguzar la mirada. Sin embargo, la presencia del gato, en particular en la pintura, nunca resulta gratuita. En este sentido, se le atribuyen un gran número de significados simbólicos, que permiten una lectura transversal a lo largo de siglos de obras maestras, casi una historia del arte con bigotes y cola, llena de sorpresas.

“Hace cinco mil años que vive entre nosotros, perfectamente a sus anchas en todos los continentes y latitudes, igual de cómodo en la casa del campesino que en el más refinado y exclusivo salón aristocrático. El gato que sestea sobre la butaca es una presencia amable, tranquilizadora, casi un símbolo de la paz hogareña. Sin embargo, con una dualidad extraordinaria, en los gestos del gato se trasluce la existencia paralela de una bestia demoniaca y terrorífica. El gato es un animal doméstico, es cierto, pero no está verdaderamente domesticado. Su independencia y voluntad son indomables, y, en un abrir y cerrar de ojos, es capaz de  sustituir la más feliz y plácida tranquilidad por la agresividad extrema de un depredador. El plácido ronroneo del minino se transforma en la zarpa malandrina de una bestia en miniatura, bien guarnecida de dientes y garras. Ya una antigua leyenda persa sitúa el origen del gato en el estornudo de un león. Con su personalidad evasiva y fascinante, el gato ha conquistado un lugar capital en la cultura y el arte, en el universo literario y los cuentos de hadas”. 

La convivencia inicial  entre felinos y humanos se da en el antiguo Egipto, cuando de manera misteriosa y un poco oportunista el felino salvaje decide convivir en cercanía de los humanos, estos comenzaban a ser sedentarios y la acumulación de comida atraía las ratas de ahí fue donde el gato vio su oportunidad de prestar sus servicios como cazador  a cambio su recompensa serian una serie de impresionantes beneficios. Rápidamente el gato asciende a ser una celebridad como lo muestran frescos datados al año 2000 a.c donde se muestra a este personaje enroscado en telares y en el entorno hogareño casi siempre en compañía de hombres o mujeres. Durante el periodo Tardío y Tolemaico se toma como divinidad la extrema fecundidad de las gatas  convirtiéndose en símbolo de prosperidad, prestando su efigie a la diosa Bastet a la que se le dedicaron amuletos, estatuillas y talismanes, con este sentido se halla también como símbolo de buena suerte en China y Japón  dedicándole sin fin de esculturas y pequeños decorativos del hogar en forma de maneki neko (gato con una pata alzada).Más adelante  se expande hacia Grecia y Roma donde pierde todo poder y característica de divinidad, la cerámica griega y la escultura romana muestran  el gato en sus dotes de cazador, de ladrón o saqueador de la despensa, sus guerras con el perro por la atención y recompensa de sus amos y en compañía de los niños o en un lugar estratégicamente reservado.

 En la Edad Media configuraba una imagen positiva de un consumado y experto cazador de ratones y pájaros se le veía como especial y placida su presencia y compañía  pero caso totalmente contrario en el advenimiento del cristianismo pues entra en una zona de sombra y miedo perseguido por las ordenes del entonces papa Gregorio IX quien consideraba que los mininos en especial los negros eras las mascotas predilectas por las brujas, esta idea fue seguida por el papa Inocencio VIII quien diría que los gatos eran los ayudantes del demonio, finalmente como decadencia a toda esta superstición  los artistas retoman a el gato cono personaje sereno y positivo dentro del hogar como se muestra en la celebración de la fiesta de los gatos de Ieper 1817 , más tarde con la contrarreforma se efectúa un tímido reencuentro con el gato  que a partir de entonces seria visto como elemento de dulzura y tranquilidad doméstica ejemplo de ello la pintura la Anunciación 1495 de Giovan Pietro.

En 1620 la nave mayflower lleva a las costas de América los primero gatos domésticos que rápidamente se expandieron por todo este nuevo mundo, en paralelo la gran pintura del siglo XVII ofreció momentos de gloria a los gatos especialmente en el realismo ( estilo o movimiento pictórico que se dio en Francia a mediados del siglo XIX) donde su presencia en los adentros domésticos es una constante , como lo muestra Rembrandt en la obra La virgen con el niño, emerge de la cultura y literatura francesa el valeroso y reconocido gato con botas, en el siglo XVIII encontramos inocentes gatitos en el boudoir de las damas rococó pintadas por Boucher, pero también ladrones agresivos en  cocinas de Chardin, ya comienzos del  siglo XIX en una cultura calmada con la ilustración es poco el recuerdo del gato tenebroso y pasa a ser como forma pictórica de naturaleza muerta o bodegón sin demeritar su esplendida presencia. Desde Manet a Renoir, de Mary Cassat a Bonnard la pintura impresionista propuso un homenaje al gato este éxito continúa en el siglo XX  con la imagen de felinos en las obras de Picasso, Matisse, Kirchner, Marc, Miró, Chagall, Balthus, Lucian Freud, Warhol y Hockney.

 

POEMA:

Oda al es gato de Pablo Neruda (1904-1973)

“Los animales fueron imperfectos, largos de cola, tristes de cabeza. Poco a poco se fueron componiendo, haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo. El gato, sólo el gato apareció completo y orgulloso: nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere.  Hombre quiere ser pescado y pájaro, la serpiente quisiera tener alas, perro es un león desorientado, el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar la mosca, pero el gato quiere ser sólo gato y todo gato es gato desde bigote a cola, desde presentimiento a rata viva, desde la noche hasta sus ojos de oro. No hay unidad como él, no tienen la luna ni la flor tal contextura: es una sola cosa como el sol o el topacio, y la elástica línea en su contorno firme y sutil es como la línea de la proa de una nave. Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la noche. Oh pequeño emperador sin orbe, conquistador sin patria, mínimo tigre de salón, nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas, el viento del amor en la intemperie reclamas cuando pasas y posas cuatro pies delicados en el suelo, oliendo desconfiando de todo lo terrestre, porque todo es inmundo para el inmaculado pie del gato. Oh fiera independiente de la casa, arrogante vestigio de la noche, perezoso, gimnástico y ajeno, profundísimo gato, policía secreta de las habitaciones, insignia de un desaparecido terciopelo, seguramente no hay enigma en tu manera, tal vez no eres misterio, todo el mundo te sabe y perteneces al habitante menos misterioso, tal vez todos lo creen, todos se creen dueños, propietarios, tíos de gatos compañeros, colegas, discípulos o amigos de su gato. Yo no. Yo no suscribo. Yo no conozco al gato. Todo lo sé, la vida y su archipiélago, el mar y la ciudad incalculable, la botánica, el gineceo con sus extravíos, el por y el menos de la matemática, los embudos volcánicos del mundo, la cáscara irreal del cocodrilo, la bondad ignorada del bombero, el atavismo azul del sacerdote, pero no puedo descifrar un gato. Mi razón resbaló en su indiferencia, sus ojos tienen números de oro”.